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El arbitraje societario, desde la entrada en vigor de la ley 11/2011, ha dejado de ser un práctica comúnmente aceptada para convertirse en una realidad normativa. El arbitraje se ha convertido en una solución ágil y eficaz por sus virtudes como la confidencialidad y la flexibilidad para la resolución de conflictos tanto de grandes empresas como de pymes.